sábado, 8 de noviembre de 2014

YO, DESAHOGÁNDOME.

/spaceebound | via Tumblr
Hey, Escapes. 

La verdad  es que no sé muy bien como empezar esta entrada.
Tengo tantas cosas a contaros que seguro (seguro.) que se me olvida alguna. Pero bueno, ya tendremos la excusa para otra entrada. Había pensado en hacer una lista, pero... Vamos Diana, eres vaga. Y aquí estoy, ordenando mis ideas en mi cerebro para comenzar esta ridícula entrada. 

Primero de todo os quiero comunicar que yo, oficialmente, me divorcio. Sí, de las obligaciones. 
Hoy volvía en coche de música (oh vamos, aunque me gusta, dos horas y media encerrada dentro de aquellas cuatro paredes me consume) y, no sé como, he mirado la luna. Siempre me ha gustado mucho, porque siempre la miraba muy inocentemente. Hoy la he mirado tal y como es en realidad. Y es preciosa, lo admito. Pero también creo que es un aviso. Un aviso de todo lo que nos podemos encontrar más allá del Universo, si este existe. 
Y bueno, cuando mi cerebro se pone a divagar, divaga mucho. He empezado a pensar en un tema bastante frecuente en mi, y que creo que mi existencia se está basando, actualmente, en él. He pensado en la vida. Qué irónico. Desde pequeños nos dicen que tenemos que vivir la vida, que es bonita y que tenemos que hacer aquello que realmente nos apasiona. ¿Y quien nos lo dice? Una vieja profesora amargada que no ha hecho nada en lo que ella considera como vida, algo a lo que yo digo efímera existencia. Es sarcástico, teniendo en cuenta que en la vida nada será fácil, que los momentos tristes son los que más nos cambiaran y que quizás seremos esclavos de esta jodida sociedad en la que actualmente sobrevivimos. 
Porque el lunes yo me levantaré a las siete de la mañana y haré todo aquello que la gente espera que haga. Solo por esto tendríamos que empezar a mirar al mundo con otros ojos, porque no es lo que creemos ni de bien lejos. La vida de la gente se está volviendo monótona y aburrida, todos formamos parte de una teoría conspiratoria que no se sabe si existe. Y mañana, amigos míos, la mayor preocupación de muchas adolescentes será qué ponerse o cómo maquillarse. Estúpidos cretinos. Madre mía, abrid los ojos, cariños. La vida es dura, y nadie sale vivo de ella.
Así que bueno, he llegado a la conclusión de que nunca seré como ellos, Como los adultos de hoy en día que ya no tienen nada que les llene el corazón con sentimientos, o algo por lo que realmente vaya la pena luchar. Y me he prometido una cosa a mí misma: seré libre. Algún día me marcharé, y decidiré vivir todas esas cosas que hoy sueño. Porque mi mayor preocupación mañana por la mañana será si estoy haciendo lo que me hace grande por dentro. 
Y esto, amigos míos, esto es lo que realmente importa. Porque la verdadera belleza solo está en el interior, y pocos la encuentran. Aunque la verdad es que nadie la busca.
Así que os recomiendo que olvidéis por un tiempo todas vuestras obligaciones y intentéis preocuparos por todas aquellas cosas que os harán invencibles. Volad, aprended, vivid, cantad, disfrutad. Oh, por favor. 
Conquistéis vuestra vida, que solo lo podéis hacer ahora. 


Music Please | via Facebook


Después de este texto que no sé ni de donde ha salido *enserio, no entraba en mi lista mental* pasemos a las cosas por las que realmente he hecho esta entrada. 

Primero de todo deciros que me he creado Wattpad *lanza un chillido de emoción y pone ojos de ilusionada*. Es nuevo, y si queréis que os sea sincera, la verdad es que tengo pocos seguidores y tal. Pero bueno, tampoco he subido muchas cosas, y espero que con el paso del tiempo vaya creciendo, aunque le cueste. Aquí os lo dejo, por si me queréis seguir *oh, vaya directa* y de paso me encantaría que me dijerais vuestros Wattpads por seguiros y estar más al día de lo que vais escribiendo. El mío: @EscapeFromReality14.

(en mi Wattpad también encontraréis poesía. La verdad es que ahora me estoy aficionando mucho a ella, y la empiezo a entender. Y la escribo. Cuando me siento mal, me pasa algo, o me siento relativamente feliz, escribo mis sensaciones, ideas y emociones en un papel y me ayuda mucho, me ayuda a darles forma y a saber afrontarlos mejor. Gracias, poesía).


Después comunicaros que oficialmente, estoy enganchada a una serie. Una gran serie. O al menos, para mí. 
Empezaba a creer que no encontraría nada de mi estilo (veréis, casi nunca miro la televisión, la detesto bastante) pero no. Como casi siempre, me equivocaba. Porque estoy perdidamente enganchada a Crónicas Vampíricas *aquí se le para el corazón y deja de latir*.
Es una serie que va de vampiros, como ya se puede interpretar. Está cualificada como la tercera serie actual más vista en el mundo *ouiea* y no me extraña. Me encanta, y os la recomiendo. Tiene una facilidad tan increíble para darle un giro de 180C a la historia que muchas veces me deja impactada. Imaginádme a mí delante de la pantalla del ordenador con la boca abierta y los ojos llorosos. Uau, las vistas son espectaculares *notad mi abundante sarcasmo, silvuple*. 
Además, todos sus finales son impredecibles y muy, muy sorprendentes. 
En definitiva, me encanta.
En una semana y unos días me he tragado media serie.
Y espero que no termine nunca porque *y aquí viene una razón de peso importante en Crónicas Vampiricas* sale Damon Salvatore. Haber. Es mi amor platónico ¿vale? Me enamoré de él en el primer capítulo y nadie, nadie me lo arrebatará, Nunca. Sé que vendrá a por mí. Someedayyy...
Vale, esto último ha sonado muy mediocre. Arg. Creo que estoy demasiada obsesionada con esta serie.
En definitiva, o miráis un capítulo o vengo aquí con la hacha. 
Nah, es broma.
Vendría Damon Salvatore y os mataría por mí.

the vampire diaries | via Tumblr



Ahora comunicaros que me he apuntado a la próxima ronda de la Iniciativa Hogwarts. Seguramente sabréis lo que es, porque sale por todos los blogs. Pero por si acaso, aquí os dejo como lo resumen ellos *soy demasiado vaga para explicarlo, y sé que no me saldría tan bien*.

Su funcionamiento está basado en la estructuración del colegio Hogwarts, deHarry Potter (J.K. Rowling). Organizamos a los participantes de forma aleatoria en distintas “casas” o grupos, en los cuales el miembro con más seguidores será el prefecto. Durante un mes cada casa deberá esforzarse por conseguir puntos, y pasado ese periodo de tiempo, aquella que haya acumulado una mayor puntuación se alzará con la “Copa de las Casas” (en la Blogosfera, un banner honorífico).


Clicad en la imagen para más información

Y es que ¿qué mejor manera para calmar mis ganas de ir a Hogwarts que entrando ya en él?

Tengo muchísimas ganas de que empiece mi ronda. Ver que equipo me sale, cómo será... *espectacular, lo sé*.

Desde aquí quiero agradecer el esfuerzo a las creadoras de la iniciativa, porque para hacer algo así se necesita tiempo y mucho, mucho empeño. Todas sabemos la mano de tiempo que dedicamos a blogger, así que es fácil entender la dedicación de otros. 
Me parece una idea estupenda.

Ya que si afrontamos la realidad, vemos que no entraremos en Hogwarts, así que nos creamos uno nosotros porque sí, para demostrarle a Dumbledore que somos dignos de la mejor escuela de magia de todos los tiempos.

Draco dormiens nunquam titillandus.   *tsee, ya os avisaré cuando empiece mi ronda*.


being a fangirl/boy is hard
Oh, cómo me identifico.


Y la verdad es que creo que ya está todo *nah, en realidad creo que me he descuidado bastantes cosas, pero que le vamos a hacer*.

Así que pasemos al tema principal. María, del blog Notas para un domingo aburrido, me ha nominado como primera finalista en su concurso con la chica de el blog Tributos en Hidún. Me puse muy contenta, y aunque le ha dado mil veces las gracias, se las vuelvo a dar, porque ni muchas palabras podrían definir lo que siento.
Me ha hecho mucha ilusión, y estoy ansiosa para saber los resultados finales con las nominadas del otro blog.
María me nominó con el relato que os presenté el otro día, Cerillas. Pero también presenté otro, Wings, que no ganó *normal, solo puede hacerlo uno*, pero que igualmente quiero enseñaros porque aquí nunca lo había mostrado. 
Os lo dejo,






Un minuto antes solo pensó en aquellas cosas que le habían hecho feliz. Pensó en su madre el día de su decimoséptimo cumpleaños, y en su padre susurrándole al oído lo mucho que la quería. Quiso pensar en más gente que le hubieran importado, pero no encontró a nadie más. Así que pensó en el panadero, el vendedor de periódicos y el mendigo que siempre estaba delante del supermercado de su calle. Y entonces pensó en su calle, aquella bonita calle de aquél bonito pueblo, llena de flores y vecinas que comentaban los últimos cotilleos. Suspiró. Se prohibió pensar. Pensar solo crearía más dudas, y ella no tenía ninguna. O al menos eso era lo que creía. Se concentró, aunque no sabía muy bien para qué. Siempre se había imaginado ese momento como algo mágico, como si de repente viese que todo lo que había hecho para llegar allí valiese la pena. Pero la absoluta verdad era que se sentía vacía. Vacía, helada e idiota. Aún así, continuaba creyendo que era lo mejor para ella. Y para todos. Y para su minúscula existencia que ya nadie recordaba. Y quizás era verdad, pero no era lo correcto.


Los padres de Felicity habían muerto hacia justamente un año, en un accidente de coche un día de niebla, justamente el día en que su hija cumplía dieciocho años, el 11 de enero. Volvían los dos juntos de trabajar en su gran última producción: una película de acción y romance situada en los años setenta. Habían decidido vivir en un pequeño pueblo, lejos de la gran ciudad, aunque eso les supusiera hacer cada día un trayecto tan largo para ir al trabajo. Lo habían decidido así porque querían que Felicity, su única hija, viviese tranquila en un lugar donde parecían no existir las preocupaciones. Ellos eran unos guionistas muy famosos internacionalmente que habían creado grandes producciones, y Felicity sabía que nunca caerían en el olvido. Todo el mundo les adoraba. Eran la pareja perfecta, con el trabajo perfecto, la casa perfecta y… la hija perfecta. O eso creían ellos, porque nadie pudo tener nunca el placer de decir que realmente conocía a Felicity Sparks. Y era verdad. Felicity era un diente de león, pero nadie le preguntó nunca si tenía sus propios sueños. Era la chica que siempre estaba allí para todo el mundo y que tenía respuestas para todo, pero la que no sabía cómo solucionar su propia vida. Era la chica que se escondía en el baño y lloraba, y que llegaba a casa y subía la música a todo volumen para olvidarse del mundo. Felicity tenía una sonrisa enorme, del mismo tamaño que su dolor. Y la verdad era que ni ella misma sabía lo que le sucedía. Seguramente se encontraba perdida en un mundo que no le correspondía. Pero nunca encontró las respuestas a sus problemas, y sabía que tendría que vivir con ellos como si formasen parte de ella.

Felicity tocaba el piano. Tenía un grande piano de cola en su casa y siempre se oía su música des de la calle. A la gente le encantaba pasear por allí y oír las dulces notas de una melodía desconocida para ellos. Solo de vez en cuando, componía. Y le encantaba. Era con una de las únicas cosas que se sentía libre, que se sentía ella. Que sentía que todo lo que le pasara no tendría importancia si tenía un piano al lado. La música era su oxígeno.

Felicity era querida por todo el mundo, pero ella no quería a nadie. Salvo a sus padres. Ellos eran el motor de su vida, lo que la hacía levantarse cada mañana. Sus padres la comprendían y la respetaban. Se querían. Normalmente iban juntos a la montaña y comentaban las especies de flores, o Felicity les leía sus novelas y ellos la escuchaban. Nunca le preguntaron por su vida personal, y ella se los agradeció eternamente. Solo se dedicaban a hacerla feliz con todo lo que estaba a su alcance, y a menudo lo conseguían. Eran la chispa de su vida. Porque si no ardían juntos, ¿quién iluminaría esa oscuridad?

Felicity estaba tumbada en el sofá de su casa cuando oyó las sirenas. Estaba esperando a que llegasen sus padres para celebrar juntos, como cada año, el cumpleaños de su decimoctavo aniversario. Era extraño sentir sirenas en un pueblo tan pequeño, alejado de los grandes almacenes de la ciudad comercial más próxima. Y entonces fue cuando llamaron a su puerta. Nadie los llamaba nunca. Felicity siempre había sido pesimista y muy, muy predictiva. Por eso ya sabía para qué llamaban a la puerta: para darle la única noticia que no quería oír nunca. No abrió. Cerró todas las luces de la casa y se escondió debajo de su cama. A fuera continuaban llamando. Sentía los gritos de la gente que provenían de la calle, pero todo lo que ella pudo hacer fue llorar. Llorar por esos dieciocho que nunca acabaría de cumplir.

Al día siguiente alguien esbozó la puerta de su casa y entraron los cuerpos policiales. No les sorprendió ver que Felicity no se encontraba allí. La buscaron, pero no la encontraron nunca, y en el fondo sabían que quizás nunca sabrían nada más de ella. Y fue allí cuando vieron realmente quien era Felicity Sparks, la chica que muchos consideraban un ejemplo. Fue allí cuando entendieron que no se debe juzgar a un libro por la portada, y que muchas veces la gente no son lo que esperamos que sean. Que solo puedes saber bien cómo es una persona cuando la miras y la hueles de cerca. Felicity se convirtió en un misterio, en un jodido e irreparable misterio. Lo que ella nunca supo es que la gente extrañó las notas de su piano al pasear. Lo que ella nunca supo es que quizás todavía no fuera demasiado tarde.


La chica se había marchado de casa aquella misma mañana. Había oído decir a través de las paredes de la casa lo que ella ya daba por más que seguro: sus padres habían abandonado el mundo. Felicity lo afrontó, pero no lo aceptó. Nunca lo acabó aceptando. Cogió una vieja mochila marrón que tenía y puso dentro cuatro cosas necesarias: algo de dinero que tenía escondido, una navaja, agua, mapas, comida, una foto de sus padres y un atrapasueños. Quizás esto último no fuera algo muy útil, pero lo necesitaba. Era un atrapasueños que le habían llevado sus padres de un viaje al Perú y lo consideraba como una mena de amuleto. Sentía que si lo llevaba con ella, no se encontraría tan terriblemente sola. Y se fue. Salió por la puerta trasera de la casa y abandonó lo que algún día fue su hogar. Sabía su destino, aunque no sabía cómo llegar hasta él. Pero eso, sinceramente, poco le preocupaba. Caminó durante días y nadie la reconoció nunca. Se cambió el nombre. Ahora era Brande Clarey, y por una vez en la vida sabía donde quería llegar. No sabía ni por qué necesitaba hacerlo. No sabía ni por qué había huido de su supuesta casa. Seguramente la gente del pueblo la habría ayudado a seguir adelante, pero la compasión no era una de las cosas que necesitaba. Necesitaba sentirse, y eso es un sentimiento muy grande. Necesitaba arrancar su vida de golpe, cambiar de raíces, cambiar de vida, y al final, acabar con ella. Necesitaba destruirse cada día un poco más. Ella no estaba loca, y nunca lo estuvo. Ella solo estaba perdida.

Dicen que el dolor te nubla la visión. Dicen que el dolor te hace sentir cosas horribles. Pero la verdadera verdad es que el dolor te cambia, y después, te destruye. Brenda caminó como un alma en pena por todo el continente Americano. Dormía en los bancos, conocía a personas interesantes e inteligentes, cantaba a los atardeceres con grupos de hippies cerca de un fuego y continuaba caminando. Descubriendo mundo. Descubriendo historias. Aprendió que el mundo está lleno de ellas. Hay gente que se dedica a contar historias, y hay quienes deciden vivirlas. Pero un mundo sin historias, no sería un mundo. Y Brenda decidió hacer su historia, aunque esta muriese con ella. Aprendió mucho. Aprendió sobre el Universo y la grandeza humana. Se creó sus propios ideales y los defensó. Sabía que todo lo que estaba haciendo la conduciría a la nada, pero solo necesitaba sentir que lo hacía por alguien. Por sus padres. Los tuvo presentes en todo su camino, y cada noche los miraba en la fotografía que se llevó un día de su casa y le parecía oír cómo le cantaban Cumpleaños Feliz. Solo había una cosa que deseara más que la muerte, y esta era volver a estar con ellos. Felicity quería convertirse en la guionista de su propia película, pero ella sería realista y no lo pintaría todo como un bonito cuento de hadas. Su final sería triste, si es que existía un final o si es que antes había existido un principio.

Y allí estaba. Por fin. En los Andes, Perú, con su pequeño atrapasueños en la mano, preparada. Ahora sentía dudas. Hacia un año que sus padres habían muerto y ella quería acabar con su propia vida de manera voluntaria. Quería reunirse con ellos al otro lado y celebrar juntos los diecinueve. Sabía que no estarían orgullosos de su hija, pero no le importaba. El corazón le decía que los necesitaba, y ahora los notaba cerca. Más cerca que nunca. Tenía la certeza de que, si le susurraba al viento, oiría la dulce voz de su madre. Un minuto antes de tirarse pensó en el piano, y se puso a tararear aquella melodía que nunca compuso. Cuantas cosas le quedaban por hacer, pero aún así, sabía que no debía ser ella quien las hiciese. Estaba lista.

Antes de tirarse, pensó que los ángeles volaban, pero con la imagen de sus padres grabada en la frente saltó des de aquél acantilado. Una fracción de segundo antes de tocar el suelo, se arrepintió. Pero como siempre, ya era demasiado tarde. Sus ojos nunca más volverían a ver el sol.

Murió, y su vida se acabó. Pero quizás… Quizás solo fue un nuevo comienzo.

Su cuerpo fue encontrado dos semanas más tarde. Ella ya sabía que tardarían en darse cuenta de su suicidio. Meses después la reconocieron como Felicity Sparks, y su historia conmocionó al mundo. 

La gente atribuyó su suicidio al hecho de la muerte de sus padres el año pasado. Lo que nadie supo nunca es que el corazón de la chica no volvió a vivir des de la noche de su decimoctavo cumpleaños, y que con sus padres también había muerto ella. Hay quienes dicen que su alma continua vagando como ánima en pena por este mundo, buscando algo que jamás llegará. 

Ella solo fue una chispa más. Una chispa del gran fuego artificial que es la vida. Pero quizás su chispa se desvaneció demasiado rápido.

Felicity se convirtió en un bonito misterio.




Txan, txan, txan. FIN.

Sí, soy una melancólica melodramática.
¿I?


Hasta aquí es todo para hoy *oh, vamos, si ya estamos a sábado party hard*.

Por cierto, deciros que la operación fue muy bien, y aunque recuperarte te deprime bastante porque no puedes hacer absolutamente nada y te sientes muy impotente, estoy satisfecha.

Y ahora he mejorado en clase mi comportamiento. Pero siento como falta algo. Siento como si no fuera yo.

Bueno, tengo sueño. Me voy a la cama *¿sabéis que tengo insmonio?*.
O no,
Damon Salvatore me espera, mai lofs. (en la serie)

Besos,

>>escapefromreality

1 comentario:

Leo todos los comentarios e intento responder a todos los que puedo.
Gracias por pasar un poco de tu tiempo aquí. Lo valoro mucho.
Si quieres dejarme tu blog estaré encantada de echarle un vistazo.

Con cariño,
Diana.