jueves, 17 de julio de 2014

EL VIAJE DE SOUL

Hay pobres tan pobres que solo tienen dinero.

Buenos días :')

Esta es una de las entradas que dejé programadas.

En esta ocasión quiero compartir con vosotras un relato mío, titulado El viaje de Soul. Es un poco largo, lo sé, y quizás os de pereza, pero yo solo espero que os animéis y que os guste <3 

Ya me diráis que tal en los comentarios :')

Gracias y aquí os lo dejo. 




EL VIAJE DE SOUL

Soul era una chica de trece años, aunque pareciese menor. Seguramente no quería escapar de la infancia para convertirse en lo que era la gente de su alrededor. Ella no era muy alta. Llevaba los cabellos muy cortos, y eran de un color negro que en tiempos pasados fue bonito. Sus ojos también eran de ese color: tan profundos que costaba mucho aguantarle la mirada. Soul era muy delgada. Se vestía con ropa de segunda mano, tan pequeña que no le dejaba respirar. Su madre estaba muy enferma y su padre hacía mucho que no trabajaba de nada. Vivían en una ciudad montañosa costanera del Reino Unido. Las calles estaban llenas de basura y su casa no era más que una gran estancia entre cuatro paredes donde tenían que vivir con cuatro cosas. A menudo, en invierno, tenían que elegir entre comer algo caliente o poder poner la calefacción. Alimentarse una vez al día para ellos era un privilegio, aunque solo fuera con un trozo de pan duro. Ella iba al cole con una bolsa de supermercado. Nunca había llevado libros, no se lo podían permitir. Soul tenía muchos sueños. No eran sueños avariciosos, ni mucho menos: la vida le había enseñado a apreciar los pequeños detalles. Eran sueños que para nosotros serían las cosas más esenciales y fáciles de conseguir, pero para la chica eran prácticamente imposibles. Soul quería una bicicleta, quería ir de campamentos y quería unas zapatillas nuevas. Nadie la entendía, nadie sabía que existía. Nunca la llamaban por su nombre, quizás porque la gente ni lo sabía. Su existencia era tan insignificante que ni a ella misma le importaba. Soul a menudo buscaba la diferencia entre estar viva y estar muerta. Con sus solo trece años, creía que ya había vivido lo suficiente. No confiaba en que su vida diese un giro. Sabía que había sido un error de la naturaleza, un error que debía ser aniquilado lo antes posible. Soul no entendía su frágil existencia. Solo tenía una misión: sobrevivir. Y ya estaba harta. Nadie se fijaba en ella, nadie la comprendía. Por las noches se imaginaba que era una niña normal, que sus padres la querían y que era feliz. Ella sabía que no tendría futuro. Ella se encontraba totalmente sola en un mundo donde nadie daba cuerda a su vida.

Pero normalmente, uno se menosprecia a sí mismo. Quizás Soul no encontraba el hilo de su vida, pero alguien encontraría la vida en ella. 



Oscuridad. Oscuridad y mucho, mucho frío. 

Esto era lo que sentía Soul todos los días al despertarse. Era invierno. El aire helado se colaba entre las ranuras de la casa e inundaba la estancia. La chica se despertó. Sus padres todavía dormían. Vivían en una casa con una sola habitación. Dentro de ésta había todo lo que necesitaban para sobrevivir: un colchón, algo de ropa, mantas y algunos utensilios útiles. Nada de comida en los armarios, ahora vacíos. Nada de agua ni de electricidad. Los padres de la joven no podían aportar mucho a su casa para mejorar sus vidas. Una vez al mes un señor muy rico les daba algo de dinero, que no les duraba más de dos semanas. Y las otras dos semanas… se morían de frío, de hambre y de tristeza. En su casa solo había una cosa especial para la chica: un espejo. Era viejo, apenas te devolvía el reflejo, pero era más de lo que cabría esperar. Soul acostumbraba a mirarse allí. Miraba horas su reflejo y hablaba consigo misma, para no sentirse tan sola. Y durante unos instantes, era capaz de imaginarse otro mundo mejor que éste. Soul, esa mañana fría de lunes, se aproximó al espejo. Cuando estuvo delante de él, se subió la camiseta con las manos temblorosas. Se estaba helando, pero no le importó. La chica miraba angustiada el reflejo de sí misma y se preguntaba porque le había tocado vivir así precisamente a ella. Soul se podía contar sin hacer ningún mínimo esfuerzo todas sus costillas. Las tocó y repasó su forma. Hacía unos tres días que no comía nada. Se estaba muriendo de hambre. En invierno no había problema con el agua, porque fácilmente podía ir fuera y coger algo de nieve para luego calentarla y bebérsela. Pero la comida escaseaba mucho más. A veces Soul quería dejar de luchar, porque aunque hubiese superado mil batallas, su guerra nunca acababa. Delante del espejo decidió que, una vez más, no moriría de hambre. Así que se arregló y se puso encima todas las capas de ropa que encontró, aunque todavía no eran suficientes para pasar el frío. Abrió la puerta de casa y se estremeció al sentir el contacto del aire gélido sobre su piel, pero eso no le impidió avanzar hacia su destino. No le gustaba lo que iba a hacer, pero uno, cuando la situación le sobrepasa, llega un punto en que no distingue entre el bien y el mal. Y Soul había cruzado esa estrecha línea demasiadas veces como para darse cuenta.

Caminaba por la ciudad segura de lo que iba a hacer, no era la primera vez que decidía llevarlo a cabo para sobrevivir. Soul era baja, delgada, escurridiza y tenía la ventaja de que nunca nadie se fijaba en ella. Podía obrar con total libertad. Era lunes, y todos los lunes había mercado en la plaza mayor de la ciudad. Allí acudían comerciantes de toda la comarca para vender su género. Había tanta gente que nadie se fijaba en nadie. La chica ya sabía a qué paradas ir para encontrar lo que quería. Avanzó entre la multitud, esquivando codazos y patadas. Disimuladamente, cogió una manzana de una parada de frutas. En otra, algunas nueces. Y un poco más adelante, consiguió una sudadera, que para ella, eso era un privilegio. Todo lo que cogía se lo guardaba entre las ropas o se lo comía. Y así, poco a poco, Soul calmó su hambre. Nadie se dio cuenta. Porque, en realidad ¿quién se fijaría en una chiquilla como ella? La joven tenía una cara de niña pequeña, triste pero encantadora y estaba segura de que no había persona en el mundo que llegase a imaginar que era una ladrona. Bueno, ladrona no era la palabra indicada para describir sus actos. Ella solo quería sobrevivir, aunque no sabía durante cuánto tiempo más. Tenía muy claro que la vida no le había preparado nada especial. 

Soul daba vueltas por el mercado. Ahora ya no quería coger nada más, le parecía que para hoy ya tenía suficiente. Estaba paseando, observando todas las paradas. Cada una de las personas que estaban en ellas dedicaba sus vidas a este oficio. Los vendedores no eran tan diferentes a la chica: aunque no les faltaba comida ni ropa, tampoco disfrutaban de una vida. Este placer estaba reservado para las personas más privilegiadas. Soul caminaba descalza. Las piedras de la plaza se le clavaban en los pies, que ya estaban rojos del frío. Parecía que en cualquier momento dejaría de avanzar, sin fuerzas. A lo lejos, al final de la plaza, en una esquina que llevaba a un callejón oscuro y tenebroso, la chica divisó una parada que nunca antes había visto. Estaba muy bien hecha, se veía que sus propietarios amaban lo que hacían. Era de madera y estaba adornada con flores amarillas, seguramente artificiales. En la parada vendían una especie de cuadernos, pero con más hojas. La profesora de Soul les había dicho que se llamaban libros. La chica nunca había tenido uno entre sus manos y nunca le habían llamado la atención. Pero en aquel preciso instante, una necesidad salida de quién sabe dónde la empujaba a acercarse a ellos. Como si aquellos libros tuviesen vida propia e invitaran a la chica a experimentar sus páginas. Y casi como en un acto involuntario, la joven se puso a caminar en dirección a la parada. Era como si unos lazos invisibles la uniesen a ella. Cuando estuvo cerca, apreció lo que veía. Eran libros antiguos, todos con las portadas de diferentes colores, todos explicando una historia diferente dentro de un mundo más maravilloso que el suyo. Cogió uno. El título apenas era visible de lo viejo que era. Los ojos de Soul estaban tan concentrados en ese pequeño tesoro, que no se dio cuenta de la mujer que la observaba desde dentro la parada. 

- Éste era de mi abuelo. Recuerdo que cuando era pequeña me lo leía todas las noches. Me encantaba.

Soul alzó los ojos. Delante suyo tenía una mujer, seguramente la dueña de todos los libros. Era bajita, regordeta, con los ojos color miel y el pelo corto y rubio. Su voz era tranquila y suave, como si no perteneciese a este mundo.

- Perdona, me presento. Soy Odeth – dijo la dueña-. Y tú eres…

Soul se sorprendió. Le estaba preguntando su nombre. 

- Me llamo Soul. 

- Encantada – le dijo la mujer, con una sonrisa.

Hacía mucho que nadie le sonreía. 

- ¿Sabes que quiere decir tu nombre? – le preguntó la dueña, con dulzura.

- No.

- Soul significa alma, pureza. Es un nombre precioso para una chica como tú.

Vaya. El nombre de la chica, el nombre que nadie le preguntaba, era más que un simple nombre. Era su alma.

- ¿Todo esto es suyo? 

- Sí, todos estos libros son míos. Pertenecieron a mis antepasados franceses. Soy la única de mi familia que sigue viva y me los quedé en herencia. Yo ya me he leído todos y cada uno de ellos. Así que decidí que los vendería, porque así otra gente podría disfrutar de estos pequeños placeres – le respondió la mujer con voz melodiosa. - ¿Sabes leer? 

- Sí, en la escuela me han enseñado.

- Perfecto – respondió Odeth con una sonrisa, dejando ver sus blancos dientes.- Quiero presentarte a alguien. Siempre llega a esta hora, así que no puede tardar mucho.

Soul no sabía cómo reaccionar. No conocía de nada a esa mujer y le estaba pidiendo que se quedase allí con ella. Pero era cierto que nunca antes había mantenido una conversación tan larga con nadie, y también estaba el hecho de que esos libros le entraban curiosidad. Muchísima. No sabía qué hacer. Quería huir, por miedo a que le encontrasen la comida que llevaba escondida, pero había algo mágico que la mantenía ligada a ese sitio. Al final, el destino decidió por ella.

- Buenos días, Odeth. 

- Bienvenido otra vez, Matt. ¿Qué te ha parecido?

Matt era un chico no muy alto, más o menos de la edad de Soul. Tenía los pelos de color avellana y los ojos verdes, como las hojas de los árboles en invierno. 

- Una historia preciosa. Y además, real. Cuando la estaba leyendo, por un momento llegué a creer que estábamos en Alemania y nos escapábamos de los nazis. Me pareció que yo también vivía en la casa de detrás del armario. Me encantó. – dijo el chico, entusiasmado.

- ¿Anna Frank? – preguntó Soul, curiosa. 

Hasta ahora el niño no se había fijado en ella, pero tampoco le extrañó. Siempre le pasaba.

- Sí – y entonces se giró, como si de repente se hubiera enterado de su presencia-. Me llamo Matt. ¿Cuál es tu nombre?

- Soy Soul – dijo la chica, avergonzada.

Era la segunda vez en el mismo día que le preguntaban por ello. 

- Soul, Matt viene aquí todos los días de mercado y yo cada lunes le doy un nuevo libro para que se lo lea. Al cabo de una semana vuelve, siempre a las doce en punto del mediodía, y comentamos la historia que se ha leído. Me devuelve el libro y yo le doy otro, hasta el próximo lunes.- le explicó Odeth. 

- Sí – dijo el chico con una sonrisa, dirigiéndose a la chica-. Es una actividad bonita. Me pregunto si querrías participar. 

Odeth sonrió con cariño a la chica. Estaba claro que le había caído bien, o quizás solo creía que leer la ayudaría a encontrar algo de sentido a su vida. Soul no sabía qué hacer. Le gustaba. La idea era hermosa. Seguramente sus padres no lo aprobarían, pero si no les contaba nada tampoco se enterarían. Así que ni se lo volvió a pensar. Dijo que sí. Por primera vez en su vida, tenía una ilusión por hacer algo. Y le gustaba tener esa sensación.



Soul y Matt caminaban juntos por la ciudad. Bueno, en realidad, Soul seguía a Matt. Odeth les había dado La historia interminable, de Michael Ende, y el chico le había dicho a la chica si le quería acompañar a un sitio especial para comenzar a leer el libro juntos. Soul había aceptado, pero en el fondo le hacía vergüenza ir con él. El contraste era inmenso. Soul llevaba cuatro jirones de ropa e iba descalza y sucia. En cambio, Matt, estaba impoluto. Llevaba un abrigo de marca y unos zapatos tan limpios que brillaban a cada paso que hacía. Todo el mundo les miraba, extrañados. La chica estaba incómoda, pero el chico parecía relajado.

- ¿Cómo conociste a Odeth?- preguntó la chica, para romper el silencio.

- Supongo que como tú. Un día paseaba por allí, con mi madre, y nos paramos en su parada. Me compré un libro, y después de él, hubo muchos más. Todos los lunes iba y me compraba uno diferente. Cada uno de ellos me transportaba a un lugar lejano y maravilloso, mucho mejor que la realidad- la chica lo miró, extrañada-. Verás, mis padres siempre están viajando y no se fijan mucho en mí. No me siento querido.

Como a ella, con la única diferencia de que al chico no le faltaba nada. Y a Soul, todo. 

- Entonces, nos pasan los mismos males. Digamos que mis padres hacen como si yo no estuviera. Pero tranquilo, llega un punto en que ya te acostumbras a no importarle a nadie- le dijo la chica.

- Pues yo no encontré ese punto hasta que empecé a leer. Creo que ha sido mi salvación. Me he sentido querido, me he sentido bien al saber que formaba parte de los libros. Indirectamente, cuando lees uno, te deja una huella en el corazón que te hace cambiar. Debes de sentir que ya no eres la misma persona antes de leerlo que después. ¿Nunca has experimentado esta sensación? – le preguntó Matt.

Soul negó con la cabeza. Nunca se había leído un libro. Digamos que su única práctica era con las fichas que le daban en el colegio, aunque siempre se le había dado bien. 

- Pues ya va siendo hora. Ven. 

Llegaron a unos grandes campos con nieve y columpios. Una fina capa blanca lo tapaba todo. Allí había gente paseando, corriendo o jugando. Por el medio pasaba el río que cruzaba la ciudad. Escaseaban los insectos y las flores, pues estaban en invierno. Aún así, con el sol brillando en su máxima altura, el paisaje era precioso. Los chicos se sentaron en un banco. Sin previo aviso, los dos sacaron sus libros y empezaron a leer. Y en aquel momento, para ellos desapareció el tiempo. Se pasaron horas enteras leyendo sin parar, sin una sola interrupción. Solo eran un chico y una chica absorbidos por la magia de la lectura. Matt todavía se sintió más bien leyendo acompañado, porque veía que había encontrado a alguien con quien compartir su pasión. Y Soul… bueno, Soul nunca se había encontrado tan viva. 



Volvían del parque los dos juntos. Caminaban sin rumbo por las calles de la cuidad. Hacía ya horas que estaban juntos y seguramente, ya se habrían pasado la hora de comer. Total, nadie esperaba a Soul, y los padres del chico estaban de viaje. Lo más extraño era que tenían un sentimiento de indiferencia, como si no les importase. Llevaban horas hablando sobre el libro mientras caminaban. No lo habían acabado, claro, pero los dos estaban entusiasmados porque era la primera lectura que leían juntos. Les hacía ilusión compartir la historia el uno con el otro. Se contaban sus impresiones sobre los personajes, su opinión sobre la trama de la primera parte, las decisiones de los protagonistas… Ninguno de los dos había estado antes tan ilusionado con algo. 

- Prométeme una cosa- le dijo Soul, de repente, cortando el hilo de la conversación.

- ¿Cuál? – preguntó el chico, arqueando las cejas.

- Mira, Matt, me has caído bien y me has hecho sentir bien. Prométeme que iremos todos los días al parque y leeremos. Prométemelo. Nunca antes me había sentido tan… viva. Además, me aceptas tal y como soy. No finges – continuó la chica al ver que Matt abría mucho los ojos- los dos sabemos que soy pobre, que no valdré para nada en este mundo.

- Bueno, hay pobres tan pobres que solo tienen dinero- dijo el chico, recordando una frase que le había dicho Odeth-. Yo creo que tienes un gran… interior. Y sé que ese interior tuyo lucha por salir y demostrar al mundo lo que vales. Como también sé que llevas comida escondida entre la ropa. 

Soul se ruborizó y el chico se puso a reír.

- ¿De verdad se nota tanto?

- No, pero llevo horas contigo y me he fijado.

Oh, alguien se había fijada en ella. En Soul. En la chica que nadie quería. 

- Mañana a las doce, ya sabes dónde. No tardes – le dijo Matt-. Por cierto, te lo prometo.

Y esto era lo que más le gustaba a Soul del chico: que la trataba como si, en realidad, no fuese invisible. 

Y la chica tenía claro que había llegado esa esperanza que tanto había tardado. 



Las quedadas a las doce del mediodía continuaron durante meses. Los chicos compartían risas, momentos y libros. Cada lunes visitaban a Odeth, los tres juntos opinaban sobre la historia y la francesa les daba un nuevo libro para leer. Soul descubría un mundo maravilloso e intrigante en todos y cada unos de ellos. Le gustaba concentrarse en la lectura y olvidarse de todo lo que la rodeaba. En aquel momento, solo eran ella y el libro, nada más. Y Matt descubrió un mundo nuevo con la chica. La veía todos los días, tan pequeña, tan frágil, pero a la vez, tan fuerte. Ella lo había pasado mal, ella nunca había tenido nada. A veces, el chico le daba algo de comer para su familia. A Matt le gustaba saber que él participaba en la emoción y la ilusión de Soul, le gustaba saber que era uno de los motivos de su sonrisa. Y los dos jóvenes se complementaron mutuamente. No les importaba nada cuando estaban juntos, les daba igual si llovía o nevaba, porque ellos solo necesitaban sentirse acompañados. Era como una señal que les había enviado el destino. Para entonces, en la vida de Soul solo había oscuridad, pero a medida que comenzó a leer libros y a conocer mejor al chico, se encendió una cerilla para iluminarle el camino. Quizás esa fuera su señal, la señal que le decía que valía la pena intentar las cosas, la señal que le decía que era alguien. 

Una señal que no quería apagarse, porque la hacía sentir viva.



Soul caminaba dando saltitos por las calles. Era extraño. Algunos de sus vecinos no se creían el cambio que había hecho la chica en los últimos meses. Ahora ya no iba por el mundo con la mirada suicida, sino que sus ojos brillaban con más intensidad. Era como si hubiese recuperado algo que nunca había tenido. Como todos los lunes, se reuniría a las doce en la parada con Odeth y Matt para comentar el libro. Esta semana se habían leído El manuscrito del segundo origen, una historia apocalíptica que relataba el fin del mundo y la vida de algunos escasos, pero fuertes, supervivientes. Le había gustado.

Cuando llegó al mercado, había demasiadas nubes grises en el cielo. Amenazaba tormenta. Un gran tiempo para hablar del fin de la humanidad, pensó Soul. A medida que se acercaba a la parada, notaba que las cosas no iban bien. Hoy había menos gente, menos comerciantes, menos gritos anunciando descuentos prometedores. La chica solo sentía silencio. Tenía la intuición de que algo malo pasaba. Se acercó a la parada, cuyo camino ya se sabía de memoria. Vio a Odeth, nerviosa y preocupada. Eran las doce y cuarto, y Matt todavía no había llegado. Era raro para él, pues siempre era el primero. Soul se estaba poniendo nerviosa. ¿Qué pasaba? Le preguntó a Odeth, pero la mujer solo la miró con ojos vidriosos. Al cabo de unos segundos, le dio un papel a la chica. 


Me voy. Mis padres quieren que nos mudemos de ciudad, de país. Lo que ellos no saben es que me están robando lo que más me importa del mundo, pero sé que mi opinión no vale para nada. He aprendido a callar, aceptar y seguir adelante. Nos vamos a China, y no creo que volvamos nunca. No saben que yo solo soy feliz aquí, con vosotras, con los libros. Ya hace dos semanas que lo sé, pero quería disfrutar el tiempo que me quedaba a vuestro lado sin que me trataseis de una manera especial. Estos últimos meses han sido los mejores de mi vida.

Nunca os olvidaré,

Matt.

P.D. Odeth, creo que ya te imaginas a que libro me refiero cuando te digo que se los des a Soul. Hazlo.



Entonces, Soul vio que Odeth le tendía un libro con las portadas rojas, desgastadas por el paso del tiempo. Se titulaba Los viajes de Soul. 

- Era el libro favorito de Matt antes de que llegaras. Coincidió que tú te llamabas igual que la protagonista. Bueno, quizás no coincidió. Ábrelo.

Soul obedeció, intrigada. El corazón le latía a más no poder.

En la primera página había una pequeña dedicatoria escrita con la desordenada caligrafía de él:

Soul, te mereces una vida.

12:00h.

Y entonces recordó que un día hicieron una promesa, y vio que Matt pensaba cumplirla aunque estuviesen tan separados el uno del otro.

Y también entendió que, a veces, los libros pueden tener más vida que las personas.

Quizás los libros fueron su señal.

Y en ese preciso instante, Odeth y Soul se unieron en un tierno y silencioso abrazo, mientras unas gotas grandes y pesadas comenzaban a caer del cielo, dejándolas empapadas.

Pero, como era de suponer, no les importaba.


Espero que os haya gustado.

Besos <33

>>escapefromrealit

6 comentarios:

  1. Chica, tu tienes un don. Escribes super bien, se te da muy bien redactar. Tía, eres una máquina. ¿Alguna vez te has planteado dedicarte ha esto? Por qué estoy segura que sí sigues así podrás conseguir algo en la vida. Me encantaría saber tu nombre en realidad para que un día empiece a leer un libro escrito por ti. Me encantas . Muchos besos y te digo que me ha encantado

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    1. Uau, de verdad, muchas gracias. Me he quedado maravillada con tus palabras.
      A veces me lo planteo, pero lo veo más como un hobby.
      Jajaja, si llego a algo tranquila, que os lo diré :')

      Besos <33

      >>escapefromreality

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  2. Me encanto, tienes mucho talento para escribir. ¿Se podria una segunda parte?. Casi lloro en la parte de la despedida,de verdad. Al principio me dio pereza leerlo,pero valio la pena es un relato muy hermoso. Si que asi c:
    Estoy de acuerdo con amalia, deberias de ser escritora.

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    1. Auf *-* Merci, de verdad.
      Tus palabras me hacen sentir muy pero que muy bien.
      Besos <33

      >>escapefromreality

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  3. Muy bueno, está muy bien y muy bien escrito. La mejor frase: "Hay pobres tan pobres que solo tienen dinero".
    Ya sabes a que me refiero, casi se me había olvidado.

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    1. A mi no, siempre la recuerdo Alba. Es preciosa. Tú y yo ya sabemos de que hablamos :')
      Gracias, Pomero.
      Besos <33

      >>escapefromreality

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Leo todos los comentarios e intento responder a todos los que puedo.
Gracias por pasar un poco de tu tiempo aquí. Lo valoro mucho.
Si quieres dejarme tu blog estaré encantada de echarle un vistazo.

Con cariño,
Diana.